Importante triunfo desde lo numérico y lo anímico de Central Córdoba sobre Deportivo Paraguayo
Fecha 7 del torneo de la C, y Central Córdoba recibe en el mítico Gabino Sosa al Deportivo Paraguayo que llegaba con 2 triunfos y 4 derrotas con lo que igualaba el puntaje del local.
Fue una noche de fiesta puesto que El Charrúa inauguró oficialmente nueva iluminación y luego de 6 años se disfrutó de un partido nocturno. Hermoso espectáculo que ofrecía el impecable césped del Gabino bajo una luz casi diurna. La perla negra a destacar es que no se pudo habilitar la tribuna de la calle Gálvez, la antigua tribuna visitante ya que en el Clásico Chico parte de la parcialidad del Salaito vandalizó los nuevos sanitarios instalados. La destrucción de los baños fue total, ensañada, una pena porque habían sido puestos a nuevo merced al esfuerzo de los muchachos de La Peña Pato Núñez, una triste y arraigada costumbre de nuestro fútbol.
Vamos al partido en sí. Los charrúas sabemos que el equipo tiene evidente faltas en el apartado de la definición que nos ha costado muchos puntos en partidos que dominamos juego y terreno. Por eso llamó mi atención que Pavoni sacase a Piccinini, de buena actuación en todos los encuentros, para poner a Fernández que es más media punta. Quedarse con un solo delantero, Príncipe, no parece a priori ser la solución para la problemática que nos tortura desde el inicio del torneo.
El planteo táctico que el ex delantero pensó fue el de 3 5 1 1 con el puesto de 9 en el que alternaran Madero y Fernández con Príncipe bien abierto por izquierda. En el medio campo Senra y Duré como carrileros, Sierra de 5, jugador que se va asentando y que se ha convertido en uno de los mejores valores, más Atardo con libertad de acción para moverse en ataque. Atrás los tres centrales, Lechner, Bogino y Ramírez y en el arco Colombo, que cuando se lo necesita siempre responde.
Todo este esquema está respaldado por la entrega y el compromiso de todos los jugadores que no claudican frente a la adversidad e ingresaron al partido con todas las ganas, planteándose a la ofensiva de inmediato. A tal punto que a los 35 segundos se escapa Duré, enfrenta al arquero, ensaya la gambeta larga y Rustton estira su brazo e impacta en la pierna del delantero, pero bueno… ya tenemos naturalizados que no nos cobren esas jugadas a nuestro favor y el siga siga se impuso.
Lo que más me gustó del primer tiempo fue la fluidez con que los jugadores rosarinos tocaban la pelota, la hacían circular de izquierda a derecha y viceversa hasta encontrar el pase profundo, pero seguimos adoleciendo en la definición, los muchachos charrúas, fruto de la ansiedad por revertir esta situación que ya raya lo absurdo, caen en los mismos errores que otros partidos. Patean desde ángulos muy cerrados cuando se imponía centro atrás para compañeros que entraban solos a definir o tocaban atrás cuando no había nadie. Hasta que llegó el minuto 16 en dónde se escapa Príncipe por izquierda, tira un centro pasado para el ingreso por derecha de Duré que la baja de cabeza para Senra, el colorado, de espadas al arco toca con precisión para Medero que estaba al borde del área y el longilíneo mediocampista no se desespera, levanta la cabeza y ve al arquero muy parado en medio del arco, toca al palo derecho buscando más precisión que violencia, Rustton que reacciona tarde y así nos ponemos 1-0. Daban ganas de gritarles, VEN QUE NO ES TAN DIFÍCIL!!
De allí al final de la primera etapa todo fue del Charrúa y cómo siempre nos fuimos a los vestuarios lamentando jugadas con que respiraríamos más tranquilos de haberlas cerrado bien.
El Segundo tiempo se inicia con un Paraguayo que cambió su postura híper defensiva pero sólo lograba desguarnecerse atrás sin llevar peligro hasta Colombo. A los 15 minutos, cuando ya habíamos desperdiciado un par de oportunidades, ingresan Piccinini por Alejandro Fernández, que fue puro esfuerzo y voluntad pero no logró encontrar su juego, y Jerkovic por un sentido Duré. Central Córdoba se volvió más directo y frontal, pero siempre le faltaban 5 para el peso, como decía mi abuelo. Los minutos pasaban y el tanto que daría la tranquilidad no llegaba. A Partir de los 25 se empezó a vivir una situación muy especial, apareció el fantasma de los últimos partidos y al Charrúa se lo veía inestable, inseguro, como si temiera que le volvieran a arruinar la tarde con tan sólo un disparo al arco. Consecuencia, fue cambiando el toque la rotación y la salida prolija por el zapatazo en el rechazo, el pelotazo largo a los de adelante e incluso el hacer tiempo en cada jugada posible. Esto no hizo más que agrandar al rival, pero la visita no mostraba más que entusiasmo y no arrimaba peligro al arco local, pero era tanto el temor que inspiraba el fantasma que casi lo corporizamos cuando el ex Charrúa Nico González toma la pelota en la derecha del ataque se va cerrando en diagonal al arco, nadie lo para y pisando el área saca un disparo que era gol de no haber aparecido Colombo con una nueva atajada genial.
Fueron minutos de zozobra innecesaria dónde tuvimos varias ocasiones para definir, 2 disparos de fuera del área de Monzón, ingresó por Príncipe, que se fueron muy cerca de los palos, un remate de emboquillada de Atardo que se elevó apenas sobre el travesaño, un gol imposible que se come el propio Monzón cuando sólo había que tocarla ante un muy pase de Piccinini y nuestro infaltable tiro en el palo ante un tiro libre ejecutado por Jerkovic con magnífica comba al costado de la barrera que el arquero visitante logró apenas rasguñar y la pelota pegó en el ángulo travesaño palo izquierdo. Se jugó un alargue de 8 minutos en los que todos sufrimos horrores pero más por los recuerdos de otros partidos que por lo que generaba la visita.
En resumen había que ganar y se ganó, resulta más que evidente que hay que seguir practicando como meter la pelota en el rectángulo. Pero lo importante es que se crean las opciones y que una vez vencida la barrera psicológica de la concreción estoy convencido que el equipo está para pelear el campeonato bien arriba. |
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